Subtítulo: Carece.
Autor: George Orwell.
Editorial: Booket, 2007.
Sinopsis: El término distopía se asocia a la creación artística de un universo paralelo, o en su defecto futurista, que alude a una realidad apocalíptica o pesadillesca en los ámbitos moral, social, político o tecnológico. Hay centenares de ejemplos distópicos en la literatura y en el cine, que también reciben el nombre de ucronías (analogías inversas a la utopía). Sin embargo, es un trío de novelas el que constituye el culmen de la distopía del siglo XX.
Fahrenheit 451, de
Ray Bradbury;
Un Mundo Feliz, de
Aldous Huxley, y la novela que nos atañe,
1984, del británico George Orwell. Tal es la fuerza del trío como unidad, que se hace casi impensable nombrar una sin mencionar a las otras dos.
Fahrenheit 451 narra la historia de Guy Montag, un bombero que se dedica a quemar libros por ser un peligro moral para la sociedad. La cultura es erradicada en pro del bienestar y la igualdad social. En
Un Mundo Feliz, las personas son manipuladas genéticamente desde el nacimiento para sentirse satisfechas y autosuficientes. En
1984, la reflexión es, si cabe, más profunda.
Podría hablarse de que la novela esconde un relato arquetípico y carente de interés, pero lo cierto es que las andanzas de su protagonista, Winston Smith, suponen una alegoría de la búsqueda de la libertad en una atmósfera opresiva, asfixiante y sobrecogedora. Una realidad en la que existe un Gran Hermano (con asombroso parecido a Stalin, ya que la novela fue escrita en 1949) que puede verlo todo y todo lo controla. Existe el crimental, una especie de libre albedrío psicológico, que debe ser denunciado y castigado. La pena consiste en una vaporización, es decir, una ejecución que conlleva el borrado de todas las pruebas de la existencia del condenado. Alguien vaporizado es alguien que nunca ha existido.
Pero lo realmente fascinante de la propuesta argumental de
1984 es la idea de que la historia es algo flexible y totalmente corrompible. Las personas son víctimas de un contexto histórico maleable y al servicio de los intereses políticos del Partido, una impoluta jerarquía alienante, en tanto que los ciudadanos son obligados a afirmar en congruencia con estos intereses. El gran enemigo de Oceanía, el lugar donde se desarrolla la novela, se llama Emmanuel Goldstein, una clara alusión al personaje real de Trosky
, que en principio sentó los cimientos de la sociedad pero que se convirtió en un traidor hacia la patria. El sublibro de Goldstein, que se encuentra hacia la mitad del relato, supone un altibajo importante, pero se solventa con un crudo y extraordinario final, en el que la aventura amorosa y estrictamente pasional que Winston Smith mantiene con Julia, una miembro del Partido, se solventa con una conclusión inesperada.
1984 es una novela inmortal, se mire por donde se mire. La riqueza imaginativa y su estátus de obra cumbre de la denuncia social, y reflexión sobre la moralidad de la sociedad en generaciones futuras, es innegable, y representa la obra más conseguida de su autor, que escribió también las excelentes
Rebelión en la Granja y
Subir a por Aire. Su estilo literario, radical y acorde con los duros acontecimientos que se suceden en la historia, son también un punto de inflexión en la manera de plantearse la generalidad del destino del mundo.
Imprescindible. Una obra de culto y de referencia, con una influencia inconmensurable y con un notorio poder de influir considerablemente a todo aquel que se dispone a leerla.